Resulta que cuando somos pequeños tenemos que hacer lo que nuestros padres nos dicen e ir a la escuela para formarnos. Nos dicen continuamente:
‘cuando seas mayor podrás hacer lo que te dé la gana’
O mejor todavía cuando lleguen los 18 ansiados años.
Y llegan y te sientes más o menos igual, ya que hay que cumplir con unos parámetros sociales y tú lo que realmente deseas es encajar, con tu libertad para maniobrar (irte de fiesta a Ibiza, de rafting… O lo que se te ocurra)
Pero de repente, entre los 20-30 años, te encuentras saliendo con una chic@ que puede convertirse en tu compañer@ para toda la vida. Está bien. Encajáis a la perfección. Y vienen los hijos. O igual prefieres seguir tu carrera profesional, sin más, que es bastante.
Al tiempo, sobre los 38-41, te viene el recuerdo:
‘cuando seas mayor podrás hacer lo que te dé la gana’
Y viene la evaluación:
– Si estás satisfecho con los resultados de tu vida, seguirás viviéndola, a tu ritmo.
– Si no estás satisfecho te llega la pregunta inmediatamente después de ese recuerdo: ¿en serio?
Seguidamente uno se precipita a la crisis de los 40: Si a esta edad no hemos conseguido hacer lo que nos dé la gana ¿para cuándo? En 10-15 años más la vida empieza declinar. Se escapa la juventud. Hay que aprovechar.
Entonces viene el cambio de pareja o la ‘soledad’, el cambio de trabajo, de expectativas, de nuevos retos… Esas cosas que siempre has deseado hacer y nunca has podido: porque eras pequeño o por las circunstancias de la vida. Parámetros que deseas romper para descubrir realmente quién eres y de qué eres capaz.
Bueno, no todo el mundo. Pero desde este punto de vista podemos entender un poquito más al de al lado que igual si tiene esa inquietud.
Y llegados a este punto te pones manos a la obra. A hacer lo que te da la gana: te planificas conforme a tus gustos y conveniencia, empiezas a poner tu libertad de escoger antes que lo que los demás digan y dejas de seguir la corriente. Literalmente empiezas a ir a tu bola.
¿Esto quién lo entiende? NADIE.
Te conviertes en el/la rar@, en el que su vida es puro “libertinaje“. Nada más lejos de la realidad (o según casos igual si) Siempre y cuándo uno no abandone sus responsabilidades ¿tendrá que hacer lo que le venga en gana? ¿Y qué?
Cuando uno empieza a ser “liberal“(1) empieza a encontrarse consigo mismo, más a gusto, y se relaja ante los demás, las relaciones interpersonales empiezan a fluir. La vida cambia de manera espectacular, aunque no sin antes pasar por un tiempo de duelo.
Se supone que el cambio es para bien pero a ratos (largos o menos largos) te sientes mal, los estereotipos atacan y tienes que ponerlos en su sitio. Es complicado romper con ellos. Todo tiene un proceso y no quieras pasarlo todo en un flash.
Tómate tu tiempo.
Vale la pena.